LA TERCERA EDAD
Bautista Prado, Amelia
Marreros Tananta, Jaime
Medina Diaz, Alvaro
Meza Manya, Wendy
Rios Rivera, Karen
La
adultez mayor o también llamada senectud, vejez entre otros es una etapa del
desarrollo humano que inicia aproximadamente a los 60 años, según Papalia la
senectud es un periodo de vida marcado por los deterioros del funcionamiento
físico que suelen asociarse con el envejecimiento, empieza a diferentes edades
para distintas personas.
Este
concepto el cual es muy difícil de definir va estar relacionado con criterios
al momento de ser conceptualizado como la edad cronológica, el cual definir en
relación con la edad, mientras que la edad fisiológica va definir a la vejez
asociándolo con las pérdidas de funciones tanto físicas, psicológicas o
sociales, y la edad social la cual determina la conceptualización de este
término con las actitudes y conductas que se consideran adecuadas para una
determinada edad.
En la
actualidad la OMS (2015) menciona que: “La proporción de personas mayores está aumentando
rápidamente en todo el mundo. Según se calcula, entre 2015 y 2050 dicha
proporción casi se duplicará, pasando de 12 a 22%. En números absolutos, el
aumento previsto es de 900 millones a 2 000 millones de personas mayores de 60
años.”
Muchos de esta población
de adultos mayores que se ha ido incrementando en cada año tienen que afrontar
problemas físicos, psíquicos y sociales que muchas veces son generadas por los
cambios biológicos propios de la edad. En muchos casos estos problemas no se
resuelven por completos, pero si se logra disminuir para que así el adulto
mayor tenga una mejor calidad de vida.
Por lo general entre los cambios que
sufre el adulto mayor en esta etapa son el envejecimiento de la piel, reducen
la grasa y la masa muscular, adelgazamiento del cabello y se pone gris y luego
blanco, entre otros.
Las personas de la
tercera edad o adultez mayor se caracterizan por que padecen de enfermedades
biológicas y neurológicas como por ejemplo la artrosis, Parkinson, enfermedades
cardiovasculares, alzhéimer, demencia senil, además algunas de estas personas
tienen escasa o nula oportunidad al trabajo por la edad en que se encuentran,
pueden sufrir discriminación familiar, indiferencia cultural.
SEXUALIDAD EN LA TERCERA EDAD
Los factores
psicológicos que afectan la sexualidad de las personas jóvenes también suelen
afectar la sexualidad de hombres y mujeres mayores. Esto quiere decir que, en
el contexto de los inevitables cambios fisiológicos derivados del
envejecimiento, los significados que los viejos le otorgan a estos cambios
determinan el impacto de los mismos. La desinformación respecto de la
sexualidad en esta etapa, la ansiedad que la adaptación a estos cambios genera
y la dinámica y los conflictos de pareja pueden constituirse en factores de
disfuncionalidad en el ámbito sexual. Más aun en los viejos estos factores
pueden ser amplificados por el miedo y el resentimiento que se pueden haber
desarrollado en los años anteriores (Meston, 1997) La sexualidad de los viejos
es objeto de variados mitos.
Se piensa que los
individuos pierden todo el interés sexual cuando envejecen o que ellos son
pervertidos si continúan teniendo relaciones sexuales. La realidad es que el
potencial sexual puede permanecer hasta la muerte incluso si es alterado por
los cambios propios del envejecimiento (Trudel et al. 2000). Siguiendo el
párrafo anterior, una importante influencia sobre la sexualidad son las actitudes
de los otros, especialmente aquellas actitudes que definen conductas
específicas como aceptables o inaceptables. Esto es especialmente evidente al
considerar a los adultos mayores. En nuestra sociedad existe una actitud
negativa hacia la expresión sexual de los ancianos, no parece apropiada la
actividad coital en personas mayores de 70 años y menos la actividad
masturbatoria. Estas actitudes afectan la forma en que los ancianos son
tratados y cuando estas actitudes son internalizadas por los adultos mayores
estas pueden convertirse en una razón muy importante que explica por qué muchos
ancianos no son sexualmente activos (De Lamater, 2002) Por otro lado, algunos
estudios sugieren, que tanto para hombres como mujeres: las actitudes liberales
y positivas hacia la sexualidad, un buen conocimiento de la sexualidad, la
satisfacción con las relaciones a largo plazo, las buenas redes de apoyo social
y el bienestar psicológico general y un sentido de autovaloración están
asociadas con un gran interés, actividad y satisfacción sexual (Trudel et al.
2000; Master, W. y Johnson V. 1966; ). En nuestros tiempos está muy
internalizado el modelo de figura corporal joven como atractivo sexual, la
esbeltez, la delgadez en la mujer y una piel suave y lisa hace que, en la
ancianidad, el aspecto físico sea visto sin ningún atractivo e incluso con
repulsión, esto hace que el anciano se auto valore negativamente con respecto a
su cuerpo y en ocasiones condicionan su conducta sexual por sentirse poco
atractivos y que no pueden despertar deseos sexuales en los demás.
En la mujer, estos cambios corporales pueden
ser vistos positivamente, en algunos casos puede mejorar la sexualidad al
desaparecer el miedo al embarazo y una mejor aceptación de su corporalidad. El
concepto que maneja la pareja de lo que es sexualidad, determina que estos
cambios sean vividos en forma satisfactorias en la ancianidad. La no aceptación
de estos cambios corporales provoca una pérdida paulatina del interés en las
relaciones sexuales con la aparición de sentimientos de resignación ante la
pérdida. La sexualidad ha sido relacionada a la calidad de vida particularmente
al bienestar subjetivo que los ancianos construyen a la par con las
representaciones sociales que caracterizan a una sociedad. Master y Johnson
relacionan la sexualidad con el envejecimiento argumentando que "la
actividad sexual contribuye al bienestar subjetivo de las personas cuyo efecto
al mantener una actividad sexual regular contribuye a retardar el declive
relacionado con la edad y que algunas pérdidas fisiológicas supuestamente
inevitables del envejecimiento sean más reversibles de lo que imaginamos"
(Masters y Johnson 1966). Un estudio realizado en Estados Unidos reveló que la
felicidad matrimonial contribuye a la felicidad personal global más que
cualquier otro tipo de satisfacción incluyendo a la laboral (Glenn y Weaver,
1981).
Investigaciones recientes han dejado claro que
existe una relación definitiva entre sexualidad y calidad de vida "una
persona sexualmente satisfecha se siente mucho más atractiva, competente y es
mucho más proclive a seguirse desarrollando intelectualmente. El sexo guarda
relaciones importantes con el amor, el placer, la responsabilidad, el disfrute,
el saber"(Hernandez, 2001) Una buena actividad sexual, contribuye a una
mejor calidad de vida, la sexualidad está presente en todas las dimensiones del
ser humano, por lo tanto, no se puede desconocer su importancia como tampoco
ignorarla.
II.- SALUD Y ENFERMEDADES
Como
bien se sabe la llamada tercera edad empieza aproximadamente a los 60 años edad
y con ella la probabilidad de padecer alguna complicación en la salud es mucho
mayor, ya que el cuerpo se va volviendo mucho más vulnerable por la pérdida o
disminución del sistema inmunológico; esto hace que las personas mayores
contraigan alguna enfermedad por cualquier causa, aunque estas en otras etapas
como la juventud no causen ninguna complicación. Estas complicaciones son de
tipo mental, psiquiátrico y físico, estas generan en los adultos mayores cierta
dependencia de alguien para poder satisfacer sus necesidades básicas, por el
hecho de que su capacidad se ha visto disminuida.
Además,
esta etapa trae consigo cambios en el aspecto biológico aparición de arrugas,
cambios en la piel, aparición de canas, cambios en la estatura por aumento de
la curvatura de la columna vertebral, los sentidos van disminuyendo
progresivamente, lentitud en las funciones motoras, aumento de la fatiga
muscular, dificultad para sentarse y levantarse, temblores, el sistema
inmunológico se vuelve más vulnerable. Además, implica que el cerebro
progresivamente vaya perdiendo neuronas, por lo tanto, genera problemas neurológicos.
Según
la OMS, menciona que la población de la tercera edad está experimentando un
aumento considerable, ya que menciona que esta población en los últimos tiempos
ha pasado del 12 al 22% y de estos un 15% aproximadamente sufren de alguna
enfermedad mental, de lo cual el 6, 6% de la de los problemas en la salud
presentes son enfermedades neuropsiquiatricas. Partiendo de todo lo expuesto se
pueden diferenciar tres grandes aspectos sobre enfermedades que alteran la
salud de esta población y estas son enfermedades mentales, psiquiátricas y
físicas.
Para establecer y describir el estado de salud físico y mental es necesario tener en cuenta ciertas variables como capacidad funcional, alimentación, discapacidades físicas, deterioro cognitivo; dichos indicadores se analizan en función a la edad, sexo, estado conyugal, escolaridad, estatus social, condición laboral, apoyo familiar, estilos de vida como costumbre de fumar, consumo de alcohol y ejercicios.
a)
ENFERMEDADES
MENTALES.
La OMS considera que el 20% de
las personas que se encuentran dentro de dicha población padecen trastornos de
carácter mental, esta condición genera discapacidad; dentro de esta categoría
se encuentra la demencia, depresión y ansiedad son los más comunes.
Para
Cobo Domingo las investigaciones psicológicas para el diagnóstico y posterior
tratamiento de este tipo de enfermedad se basa principalmente en tres aspectos:
Facultades cognitivas (conjunto de las habilidades intelectuales humanas como
el raciocinio, memoria entre otras), rasgos de la personalidad y afrontamiento
de la problemática del envejecimiento. Como se sabe existen factores que
determinan la salud mental en las personas tales como los sociales, psíquicos y
biológicos.
Las cargas de tensión se presentan en todo el mundo, pero en muchos de los adultos mayores esto aumenta, ya que se ven privados de esa capacidad de vida independiente por diversos detonantes como dificultades en la movilidad, dolores crónicos entre muchos otros; esto se ve reforzado por que en esta etapa las pérdidas de los seres querido son más frecuente y los problemas económicos generados por la jubilación conllevando una experiencia de soledad y angustia. Por la influencia de lo antes mencionado se sabe que los problemas mentales son frecuentes en las personas mayores impidiéndoles que dicha etapa sea disfrutada y vivida de forma activa y satisfactoria, es así que estas personas se sienten insatisfechas con su vida, lo cual les orilla hacia enfermedades mentales crónicas como la depresión y la ansiedad, si bien no se sabes con certeza sestas enfermedades aumentan o decrece conforme pasan los años, si se tiene conocimiento experimentan un aumento en las últimas etapas de vida, donde la depresión afecta en un 10- 15 % a los mayores de 65 años, en muchos casos presenta un diagnostico errado y tiene mayor incidencia de presentarse ingresadas en residencias para personas de la tercera edad. Además, existe cierto riesgo respecto a estas enfermedades, ya que familiares, profesionales y hasta la misma persona mayor toman como una consecuencia inevitable y dejan de lado que esto se trata de una enfermedad que puede recibir un tratamiento y ser mejorada. Las personas que tiene mayor riesgo de ser víctimas de estas enfermedades son aquellas que no están casadas y por lo tanto viven solas, aquellas que tiene alguna enfermedad física, con alguna discapacidad, trastornos del sueño, pérdida de visión, audición y dolores crónicos. Al presentarse la depresión el sujeto es más proclive a padecer enfermedades aumentando la probabilidad de muerte prematura o rápida.
Para Navas Orosco (2013) nos brinda ciertas características de los ancianos con cuadros depresivos donde estos se encuentran tistes, inhibidos, apáticos, disminución del apetito, abatidos, pesimismo, sensación de vacío, sensaciones de soledad con sentimientos de inutilidad, desesperanza e irritabilidad. Además, se presentan conductas con los otros en especial con los más cercanos, sus familiares y allegados se aíslan, no disfrutan de los momentos que pasan con sus familiares; en muchos de los casos se presentan conductas suicidas. Como bien se puede observar la depresión arrastra una serie de dificultades para los adultos mayores ocasionando que no lleven una vida completa y adecuada.
Por otro esta población también presenta la pérdida o disminución de la memoria lo que se conoce como demencia etimológicamente la palabra "demencia" está compuesta por el prefijo de (ausencia), mente (mente) y por el sufijo (condición o estado). Seguramente es muy adecuado para las fases finales, pero en definitiva no refleja lo que ocurre en las primeras etapas de la mayoría de las enfermedades que causan demencia Nitrini & Brucki (2012). La OMS menciona que no solo se trata de problemas con la memoria, sino que también dificulta la capacidad de pensar, lo cual genera alteraciones conductuales e incapacidad en realizar actividades de la vida cotidiana. Según datos recogidos por la misma organización se estima que en el mundo existen 47, 5 millones de personas que padecen esta lamentable enfermedad. Antes de continuar es muy importante saber a qué se hace referencia con demencia es así que Rodríguez Rivera (2010) menciona que es la pérdida irreversible de las capacidades intelectuales, incluyendo la memoria, la capacidad de expresarse y comunicarse adecuadamente, de organizar la vida cotidiana y de llevar una vida familiar, laboral y social autónoma. Conduce a un estado de dependencia total y finalmente, a la muerte. Teniendo en cuenta dicha definición nos vemos frente a una enfermedad muy preocupante y grave ya que al implicar el aspecto cognitivo de los sujetos los vuelve en una dependencia tal que, si no tienen un cuidado adecuado y responsable, no podrán tener una vida necesaria y de calidad. Los factores detonantes de esta lamentable enfermedad son edad, predisposición genética, antecedentes de traumatismo craneal y el nivel educacional. Según Nitrini & Brucki (2012) mencionan que de acuerdo con el DSM- IV que si se presenta exclusivamente deficiencia con una única función cognitiva como la memoria o el lenguaje no es suficiente para diagnosticar la demencia, sino que se requiere de alteraciones cognitivas, las praxias, gnosias o las funciones ejecutivas.
En la CIE- 10 se puede encontrar una
clasificación de la demencia donde se puede diferenciar tres grupos o tipos de
demencia: demencia en la enfermedad de Alzheimer, demencia vascular y demencia
en enfermedades clasificadas en otra categoría.
b)
ENFERMEDADES
FÍSICAS
Dentro de este grupo se pueden encontrar
las siguientes enfermedades más comunes o frecuentes enfermedades
cardiovasculares (arteriosclerosis en todas sus formas aneurismas aórticos y
abdominales, enfermedad vascular periférica, hipertensión, enfermedades del
sistema de conducción cardíaco), enfermedades musculares- esqueléticas
(artrosis osteoporosis, aplastamientos vertebrales, enfermedades por depósito
de cristales (gota, pseudogota, fracturas de cadera y traumatismos),
respiratorias (Infecciosas (procesos de vías altas, neumonías y
bronconeumonías) bronquitis, tuberculosis); digestiva (Infecciosas,
estreñimiento, impactación fecal, incontinencia, trombosis mesentérica) y las
endocrino- metabólicas (Diabetes Mellitus más tipo 2, más coma hiperglucémico no
cetósico).
En el presente estudio, se encontró que
41,4% de los adultos mayores no tenía ningún tipo de enfermedad, lo que se
puede relacionar con los avances científicos y tecnológicos, y el estilo de
vida de estas personas durante años anteriores. Sin embargo, como en este caso,
continúan presenciándose enfermedades crónicas como hipertensión (24,6%),
diabetes (8,6%) y osteoporosis (4,8%); este dato es similar en otros estudios,
en los cuales la hipertensión arterial, la diabetes mellitus y las enfermedades
cardiacas son las más frecuentes en los adultos mayores. En esta etapa las
personas se vuelven mucho más frágiles a las enfermedades al igual que a los
medicamentos lo cual implica administrar una dosis cuidadosa.
Según el INEI El 29,7% de la población adulta mayor declaró haber sido informada por un médico o profesional de la salud que padece de presión alta o hipertensión arterial. De los cuales el 33,3% son mujeres mayores de 60 y los hombres en 25,4%. A su vez informa que el 19,5% de la población adulta mayor sufre con colesterol alto, el 12,0% triglicérido alto, el 8,0% enfermedad del corazón, el 8,7% padece de diabetes, el 15,4% padece de infección urinaria, cálculo renal o insuficiencia renal y el 14,9% de los adultos mayores fumó alguna vez diariamente al menos un cigarrillo.
III.- APRENDER A MORIR
Lo que
al ser humano lo diferencia de los otros organismos vivos es la conciencia, que
le permite saber de qué un día morirá. Esto se puede aflorar con más claridad
cuando se es anciano, ya que la concepción de la vida y la muerte adquiere
nuevo sentido, que están condicionados por factores culturales, religiosos,
educacionales, etc. La vida del ser humano lleva implícita la dimensión
temporal que nos conduce a la idea de fin.
Sin embargo,
la idea de la muerte aparece en la mente de la persona desde cuando se es niño
mejor dicho en la etapa operacional según Piaget, que está unida a la
desaparición de objetos y seres queridos, desde ahí se va configurando en la
mente la idea de la muerte. Y empieza
entender que algo universal e irreversible.
A lo
largo del desarrollo de la persona y al paso del tiempo se va encontrando en
diferentes ocasiones con el proceso de morir de los que lo rodean y se toma más
realce este hecho cuando la persona está en la tercera edad y sus coetáneos
empiezan a morir.
Los
ancianos que son dependientes según
La vejez se encuentra asociada a la idea de deterioro y
muerte es por eso que genera miedo, llegando a negar el proceso evolutivo
natural a partir de un mecanismo de formación reactiva desarrollando una
constante búsqueda por la belleza y la eterna juventud. La muerte debe ser
integrada al ciclo de la vida como hecho natural que no implica despejarse de
miedos e interrogantes.
Si nos preguntamos como el ser humano enfrenta el
significado de la muerte, se podría afirmar que existen ocho fases: en primer lugar,
un choque debido a lo consiente de su fragilidad y la obsesión le invade.
Seguido se niega el hecho buscando un remedio. La tercera fase es la ira que se
expresa al darnos cuenta que no existe nada para solucionarlo, pero al pasar el
tiempo sentimos apatía e incluso depresión, ya que se siente desconfianza día
tras día. Al final de todo cuando la muerte viene nadie la puede esquivar. La
quinta fase es la lucha por prolongar la existencia que terminamos aceptándolo
y resignándonos y finalmente la comunicación con los demás se corta y se
produce la concentración en uno mismo.
Por otro lado, el camino del anciano hacia la muerte se
desarrolla en cinco etapas, las cuales debe comprender todo cuidador para
intervenir y apoyar al anciano en su justa medida. Al principio se produce un
estado de negación y aislamiento, centrándose en su propia existencia y esto se
da en la mayor parte de los pacientes y es más angustiosa y duradera cuando la
noticia es comunicada bruscamente y por una persona no preparada
específicamente para ello.
La
segunda fase se caracteriza por un sentimiento de enfado e ira. Quien ha
disfrutado de su vida se revela contra el hecho de morir. Planteándose
preguntas como ¿Por qué yo? se pregunta el anciano. Nada le parece bien, nada
le reconforta. Esta fase es muy difícil de afrontar por la familia y el
personal. El anciano tiene continuos motivos de queja hacia quienes le rodean,
especialmente hacia los más cercanos. La actitud más terapéutica por parte de
los seres cercanos sería la tolerancia.
En el
tercer momento aparece con cierta tendencia a un pacto o negociación, pedimos
tiempo a cambio de una buena conducta, el anciano tiende a pensar que todavía
no le toca a él. Esta fase sólo dura breves períodos de tiempo. Es un intento
de posponer los hechos. La mayoría de los pactos se hacen con Dios y se guardan
en secreto.
Tras
estas reflexiones se produce un cierto estado depresivo, ante la imposibilidad
de desempeñar tareas que anteriormente eran habituales, ante la sensación de
inutilidad y los dolores. Las personas cercanas no deben estimular al anciano a
ver el lado alegre de las cosas, pues eso significa que no ha de pensar en su
muerte inminente. Es preferible permitirle expresar su dolor.
En la
quinta y última etapa surge la aceptación, implica haber superado las fases
previas, bien por el apoyo religioso o a través de la satisfacción que produce
ver cumplidos los objetivos vitales. A esta etapa se llega débil y cansado. Los
ancianos se preparan para morir, piensan que la vida ya sólo es pasada y sólo
queda asumir la muerte.
El
individuo tiene derecho a tener la información que los demás tienen sobre su
propio cuerpo. Además, se ha observado que el paciente afronta mejor la
realidad que la mentira. La verdad no se debe ocultar, pero el cariño, el
afecto y la atención con que se comunica la verdad pueden suponer un alivio
dentro de las circunstancias que el anciano está atravesando.
IV.
RELACIONES
SOCIALES EN LA TERCERA EDAD
La
calidad de vida de las personas adultas mayores está altamente relacionada con
su capacidad funcional y con el conjunto de condiciones que le permitan
cuidarse a sí mismas y participar en la vida familiar y social. Mantener la
salud y especialmente prevenir los quebrantos de salud en la vejez exige el
encare de sus aspectos tanto físicos como psicosociales.
Para
el adulto mayor el compartir con su familia y con personas de su misma edad
determinadas actividades será un gran sostén en esta etapa de su vida; el
sentirse útiles para las actividades y poder realizarlas servirá de motivación
en este periodo de su vida.
En lo
que respecta a las redes de apoyo familiar de la población mayor, estas se
expresan diferentemente en hombres y mujeres. Parte de estas variaciones tienen
relación con características sociodemográficas como el estado civil de unos y
otros.
Wegner
(1984; en Scott y Wenger, 1996), ha mencionado que el matrimonio tiene un
efecto diferente para hombres y mujeres. Las diferencias de género muestran que
los varones solteros o viudos tienen una red social más reducida que las
mujeres en cualquiera de esas categorías.
Lo mismo sucede con las redes de amigos. La
amistad tiene significados diferentes para hombres y mujeres en edad avanzada,
también hay continuidades y discontinuidades en ambas. Sus objetivos son
diferentes y los efectos para cada quien cambian también dependiendo del lugar
de residencia.
Scott
y Wenger (1996) han señalado que “las amistades de los hombres siguen basándose
en las actividades compartidas, mientras que las amistades de las mujeres son
más íntimas e intensas y tienden a centrarse en la conversación y el apoyo
mutuo”.
Se
dice que hay una ventaja psicológica entre la población femenina, pero
seguramente esto responde a procesos de socialización diferenciales. Otros
estudios que han profundizado en la amistad de las mujeres en edades avanzadas,
han señalado que las mujeres mayores tienen dinámicas y cercanas relaciones con
sus amigos y mantienen amistades por grandes periodos y son capaces de formar
nuevas con la edad.
Las
relaciones de amistad, se dice, prolongan la independencia en la vejez a través
del apoyo emocional. Ello parece explicarse por la motivación, la pérdida de
tensión y el fomento de los estados de ánimo saludables. Según otros autores,
el apoyo opcional provisto por los amigos es probablemente el más apreciado que
el cuidado recibido obligadamente por la familia.
El
pertenecer y formar parte de grupos de apoyo como el club, club de la tercera
edad o club de abuelos servirán de motivadores para el adulto mayor. Esos
núcleos organizados de adultos mayores constituyen un eslabón informal pero
imprescindible de la red social de asistencia que necesita el adulto mayor.
La integración del adulto
mayor a grupos sociales lo ayudará en lo siguiente:
- Mejora el humor
- Crear nuevos vínculos
- Generar sentimientos de autoestima
- Estimular la iniciativa
- Abre la posibilidad de participar en actividades nuevas
- Compartir vivencias con gente de su misma edad
- Poner en contacto con individuos del sexo opuesto no familiares
- Permite participar en un ámbito de sana recreación
- Fortalecer la intención de adoptar medidas preventivas de salud.
Los
grupos de apoyos que se puedan ir formando y del cual sacará los beneficios
mencionados, tienden a tener la siguiente procedencia:
*
Otros se originan en un sentimiento religiosos común y se mantienen
relacionados por lo menos por la utilización del local de culto en sus
actividades grupales.
* Algunos se vinculan
fuertemente a la convivencia barrial: grupos habitacionales, cooperativas de
vivienda y comparten o asisten a los locales comunitarios.
* Clubes sociales y deportivos
acogen en su seno grupos de mayores que emplean sus instalaciones en horarios
de escaso requerimiento por grupos etarios más jóvenes.
* Las instituciones locales
(alcaldías, municipios) o nacionales (banco de previsión social, comisión
nacional de educación física) otorgan facilidades para el funcionamiento de
algunos grupos.
* Personal técnico capacitado
en la animación de grupos de mayores propicia y mantienen en actividad algunos
núcleos.
* Algunos núcleos reconocen un
vínculo claro con actividades culturales específicas: literarios, corales, de
estudios históricos.
El
generar espacios de vinculación, participación, en el que se valore las
capacidades del adulto mayor debe ser los primeros pasos a seguir de los grupos
de apoyo.
Miguel
Krassoievitch (1998), por su parte, ha mencionado que es un hecho demostrado
que las personas que reciben un mayor apoyo social en términos de
conversaciones telefónicas y visitas con amigos, familiares, vecinos y
participación en actividades sociales, gozan de mejor salud. El impacto
positivo en la salud es mayor cuando la actividad que realiza la persona mayor
es significativa y no se limita a una asistencia pasiva.
V.
CUALIDADES
Y CARACTERÍSTICAS DE UN CUIDADOR PARA PERSONAS DE LA TERCERA EDAD
La
mayoría de las personas en esta etapa necesitan la ayuda de personas que estén
preparadas para su cuidado, ya que son dependientes y requieren una atención
preparada.
·
El cuidador debe ser humano, es decir actuar
humanamente en la atención a los mayores y tener un contacto cercano
demostrando familiaridad.
·
Poseer empatía, ya que permitirá al cuidador
comprender las propias particularidades de esta edad.
·
Deberá ser servicial, pues es importante que esté dispuesto a servir y
suplir las necesidades de las personas de la tercera edad.
·
Ser honesto es sustancial, ya que estas personas depositan la confianza
en sus cuidadores, pues los cuidadores pasan a ser sus ojos, oídos y manos.
·
Ser una persona que sienta satisfacción y
vocación de ayudar a los demás.
·
Ser comunicativo, pues permite hacer partícipe de las personas de la
tercera edad sobre su cuidado, permitiendo establecer un vínculo afectivo.
·
Ser optimista, ya que ayudará a los cuidadores a brindar a las personas
de la tercera edad ese espíritu de optimismo y positividad frente a las
situaciones.
·
Saber respetar la intimidad y las costumbres de
las personas de la tercera edad.
·
Demostrar agilidad y destreza para atender a
personas con problemas de movilidad.
·
La
persona encargada de su cuidado deberá ser consciente de las tareas que va a
realizar.
·
Es recomendable que el encargado antes de
iniciar su labor conozca a la persona de la cual se va a ser cargo, ya que
facilitará la relación entre ambos, asimismo esto permitirá que conozca sus
hábitos alimenticios, condiciones de salud incluyendo su estado emocional.
·
La persona encargada debe estar capacitada
sobre las necesidades, y así abordar de forma eficaz los problemas que se
puedan presentar.
VI.
TERAPIA
OCUPACIONAL
La
Terapia Ocupacional (TO) se basa en la promoción, prevención y rehabilitación
de la salud por medio de la ocupación, es decir que las personas de la tercera edad
realicen diferentes actividades diarias; asimismo es una disciplina de
relevancia en la satisfacción de necesidades de salud de nuestros adultos
mayores. Estas actividades que realizan se atribuyen un significado y una
relevancia, ya que permiten desempeñar roles e integrarlos a la sociedad
(Gajardo, J. 2011).
Esta terapia tiene como objetivo la promoción de la salud y el bienestar a través de la ocupación. La terapia debe estar adecuada a los cambios físicos, psicológicos y sociales que padezca el anciano, ya que de eso va a depender las actividades que va a realizar. Es de suma importancia que en esta etapa marcada de cambios y deterioro sentimientos de soledad e inutilidad, por tal motivo es de suma importancia que el tiempo del anciano se desarrollen una serie de actividades y de esta manera reforzar las competencias funcionales del anciano e integrarlo socialmente y físicamente, es así que se promueve una calidad de vida, ya que con esto se promueve la autonomía y bienestar, lo cuales se ponen en riesgo en esta etapa. Por lo tanto, como menciona Berrueta, M. (2009) La Terapia Ocupacional es una disciplina fundamental de la ancianidad y puede ser desarrollada en sus tres enfoques: enfoque preventivo (mantener el estado de salud y prevenir la declinación funcional), enfoque adaptador (uso de diversas estrategias para ayudar a conllevar una discapacidad) y enfoque recuperador (técnicas rehabilitadoras para poder recuperar la máxima función del anciano).
Entonces veamos cómo se le define a la Terapia ocupacional como se ha visto trata de hacer sentir que aun pueda realizar muchas actividades por sí mismo. Para la Asociación Americana de Terapia ocupacional (AOTA, 1986), nos menciona que la TO es el uso terapéutico de actividades de autocuidado, trabajo y juego para incrementar la función independiente, mejorar el desarrollo y prevenir la discapacidad. Puede incluir la adaptación de tareas o el ambiente para lograr la máxima independencia y mejorar la calidad de vida.”
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