LA TERCERA EDAD

Bautista Prado, Amelia

Marreros Tananta, Jaime

Medina Diaz, Alvaro

Meza Manya, Wendy

Rios Rivera, Karen

Definición:

La adultez mayor o también llamada senectud, vejez entre otros es una etapa del desarrollo humano que inicia aproximadamente a los 60 años, según Papalia la senectud es un periodo de vida marcado por los deterioros del funcionamiento físico que suelen asociarse con el envejecimiento, empieza a diferentes edades para distintas personas.

Este concepto el cual es muy difícil de definir va estar relacionado con criterios al momento de ser conceptualizado como la edad cronológica, el cual definir en relación con la edad, mientras que la edad fisiológica va definir a la vejez asociándolo con las pérdidas de funciones tanto físicas, psicológicas o sociales, y la edad social la cual determina la conceptualización de este término con las actitudes y conductas que se consideran adecuadas para una determinada edad.

En la actualidad la OMS (2015) menciona que: “La proporción de personas mayores está aumentando rápidamente en todo el mundo. Según se calcula, entre 2015 y 2050 dicha proporción casi se duplicará, pasando de 12 a 22%. En números absolutos, el aumento previsto es de 900 millones a 2 000 millones de personas mayores de 60 años.”

Muchos de esta población de adultos mayores que se ha ido incrementando en cada año tienen que afrontar problemas físicos, psíquicos y sociales que muchas veces son generadas por los cambios biológicos propios de la edad. En muchos casos estos problemas no se resuelven por completos, pero si se logra disminuir para que así el adulto mayor tenga una mejor calidad de vida.

          Por lo general entre los cambios que sufre el adulto mayor en esta etapa son el envejecimiento de la piel, reducen la grasa y la masa muscular, adelgazamiento del cabello y se pone gris y luego blanco, entre otros.

Las personas de la tercera edad o adultez mayor se caracterizan por que padecen de enfermedades biológicas y neurológicas como por ejemplo la artrosis, Parkinson, enfermedades cardiovasculares, alzhéimer, demencia senil, además algunas de estas personas tienen escasa o nula oportunidad al trabajo por la edad en que se encuentran, pueden sufrir discriminación familiar, indiferencia cultural.

SEXUALIDAD EN LA TERCERA EDAD

Los factores psicológicos que afectan la sexualidad de las personas jóvenes también suelen afectar la sexualidad de hombres y mujeres mayores. Esto quiere decir que, en el contexto de los inevitables cambios fisiológicos derivados del envejecimiento, los significados que los viejos le otorgan a estos cambios determinan el impacto de los mismos. La desinformación respecto de la sexualidad en esta etapa, la ansiedad que la adaptación a estos cambios genera y la dinámica y los conflictos de pareja pueden constituirse en factores de disfuncionalidad en el ámbito sexual. Más aun en los viejos estos factores pueden ser amplificados por el miedo y el resentimiento que se pueden haber desarrollado en los años anteriores (Meston, 1997) La sexualidad de los viejos es objeto de variados mitos.

Se piensa que los individuos pierden todo el interés sexual cuando envejecen o que ellos son pervertidos si continúan teniendo relaciones sexuales. La realidad es que el potencial sexual puede permanecer hasta la muerte incluso si es alterado por los cambios propios del envejecimiento (Trudel et al. 2000). Siguiendo el párrafo anterior, una importante influencia sobre la sexualidad son las actitudes de los otros, especialmente aquellas actitudes que definen conductas específicas como aceptables o inaceptables. Esto es especialmente evidente al considerar a los adultos mayores. En nuestra sociedad existe una actitud negativa hacia la expresión sexual de los ancianos, no parece apropiada la actividad coital en personas mayores de 70 años y menos la actividad masturbatoria. Estas actitudes afectan la forma en que los ancianos son tratados y cuando estas actitudes son internalizadas por los adultos mayores estas pueden convertirse en una razón muy importante que explica por qué muchos ancianos no son sexualmente activos (De Lamater, 2002) Por otro lado, algunos estudios sugieren, que tanto para hombres como mujeres: las actitudes liberales y positivas hacia la sexualidad, un buen conocimiento de la sexualidad, la satisfacción con las relaciones a largo plazo, las buenas redes de apoyo social y el bienestar psicológico general y un sentido de autovaloración están asociadas con un gran interés, actividad y satisfacción sexual (Trudel et al. 2000; Master, W. y Johnson V. 1966; ). En nuestros tiempos está muy internalizado el modelo de figura corporal joven como atractivo sexual, la esbeltez, la delgadez en la mujer y una piel suave y lisa hace que, en la ancianidad, el aspecto físico sea visto sin ningún atractivo e incluso con repulsión, esto hace que el anciano se auto valore negativamente con respecto a su cuerpo y en ocasiones condicionan su conducta sexual por sentirse poco atractivos y que no pueden despertar deseos sexuales en los demás.

 En la mujer, estos cambios corporales pueden ser vistos positivamente, en algunos casos puede mejorar la sexualidad al desaparecer el miedo al embarazo y una mejor aceptación de su corporalidad. El concepto que maneja la pareja de lo que es sexualidad, determina que estos cambios sean vividos en forma satisfactorias en la ancianidad. La no aceptación de estos cambios corporales provoca una pérdida paulatina del interés en las relaciones sexuales con la aparición de sentimientos de resignación ante la pérdida. La sexualidad ha sido relacionada a la calidad de vida particularmente al bienestar subjetivo que los ancianos construyen a la par con las representaciones sociales que caracterizan a una sociedad. Master y Johnson relacionan la sexualidad con el envejecimiento argumentando que "la actividad sexual contribuye al bienestar subjetivo de las personas cuyo efecto al mantener una actividad sexual regular contribuye a retardar el declive relacionado con la edad y que algunas pérdidas fisiológicas supuestamente inevitables del envejecimiento sean más reversibles de lo que imaginamos" (Masters y Johnson 1966). Un estudio realizado en Estados Unidos reveló que la felicidad matrimonial contribuye a la felicidad personal global más que cualquier otro tipo de satisfacción incluyendo a la laboral (Glenn y Weaver, 1981).

 Investigaciones recientes han dejado claro que existe una relación definitiva entre sexualidad y calidad de vida "una persona sexualmente satisfecha se siente mucho más atractiva, competente y es mucho más proclive a seguirse desarrollando intelectualmente. El sexo guarda relaciones importantes con el amor, el placer, la responsabilidad, el disfrute, el saber"(Hernandez, 2001) Una buena actividad sexual, contribuye a una mejor calidad de vida, la sexualidad está presente en todas las dimensiones del ser humano, por lo tanto, no se puede desconocer su importancia como tampoco ignorarla.

 

II.- SALUD Y ENFERMEDADES

Como bien se sabe la llamada tercera edad empieza aproximadamente a los 60 años edad y con ella la probabilidad de padecer alguna complicación en la salud es mucho mayor, ya que el cuerpo se va volviendo mucho más vulnerable por la pérdida o disminución del sistema inmunológico; esto hace que las personas mayores contraigan alguna enfermedad por cualquier causa, aunque estas en otras etapas como la juventud no causen ninguna complicación. Estas complicaciones son de tipo mental, psiquiátrico y físico, estas generan en los adultos mayores cierta dependencia de alguien para poder satisfacer sus necesidades básicas, por el hecho de que su capacidad se ha visto disminuida.

Además, esta etapa trae consigo cambios en el aspecto biológico aparición de arrugas, cambios en la piel, aparición de canas, cambios en la estatura por aumento de la curvatura de la columna vertebral, los sentidos van disminuyendo progresivamente, lentitud en las funciones motoras, aumento de la fatiga muscular, dificultad para sentarse y levantarse, temblores, el sistema inmunológico se vuelve más vulnerable. Además, implica que el cerebro progresivamente vaya perdiendo neuronas, por lo tanto, genera problemas neurológicos.

Según la OMS, menciona que la población de la tercera edad está experimentando un aumento considerable, ya que menciona que esta población en los últimos tiempos ha pasado del 12 al 22% y de estos un 15% aproximadamente sufren de alguna enfermedad mental, de lo cual el 6, 6% de la de los problemas en la salud presentes son enfermedades neuropsiquiatricas. Partiendo de todo lo expuesto se pueden diferenciar tres grandes aspectos sobre enfermedades que alteran la salud de esta población y estas son enfermedades mentales, psiquiátricas y físicas.

Para establecer y describir el estado de salud físico y mental es necesario tener en cuenta ciertas variables como capacidad funcional, alimentación, discapacidades físicas, deterioro cognitivo; dichos indicadores se analizan en función a la edad, sexo, estado conyugal, escolaridad, estatus social, condición laboral, apoyo familiar, estilos de vida como costumbre de fumar, consumo de alcohol y ejercicios.

a)               ENFERMEDADES MENTALES.

La OMS considera que el 20% de las personas que se encuentran dentro de dicha población padecen trastornos de carácter mental, esta condición genera discapacidad; dentro de esta categoría se encuentra la demencia, depresión y ansiedad son los más comunes.

Para Cobo Domingo las investigaciones psicológicas para el diagnóstico y posterior tratamiento de este tipo de enfermedad se basa principalmente en tres aspectos: Facultades cognitivas (conjunto de las habilidades intelectuales humanas como el raciocinio, memoria entre otras), rasgos de la personalidad y afrontamiento de la problemática del envejecimiento. Como se sabe existen factores que determinan la salud mental en las personas tales como los sociales, psíquicos y biológicos.

Las cargas de tensión se presentan en todo el mundo, pero en muchos de los adultos mayores esto aumenta, ya que se ven privados de esa capacidad de vida independiente por diversos detonantes como dificultades en la movilidad, dolores crónicos entre muchos otros; esto se ve reforzado por que en esta etapa las pérdidas de los seres querido son más frecuente y los problemas económicos generados por la jubilación conllevando una experiencia de soledad y angustia. Por la influencia de lo antes mencionado se sabe que los problemas mentales son frecuentes en las personas mayores impidiéndoles que dicha etapa sea disfrutada y vivida de forma activa y satisfactoria, es así que estas personas se sienten insatisfechas con su vida, lo cual les orilla hacia enfermedades mentales crónicas como la depresión y la ansiedad, si bien no se sabes con certeza sestas enfermedades aumentan o decrece conforme pasan los años, si se tiene conocimiento experimentan un aumento en las últimas etapas de vida, donde la depresión afecta en un 10- 15 % a los mayores de 65 años, en muchos casos presenta un diagnostico errado y tiene mayor incidencia de presentarse ingresadas en residencias para personas de la tercera edad. Además, existe cierto riesgo respecto a estas enfermedades, ya que familiares, profesionales y hasta la misma persona mayor toman como una consecuencia inevitable y dejan de lado que esto se trata de una enfermedad que puede recibir un tratamiento y ser mejorada.  Las personas que tiene mayor riesgo de ser víctimas de estas enfermedades son aquellas que no están casadas y por lo tanto viven solas, aquellas que tiene alguna enfermedad física, con alguna discapacidad, trastornos del sueño, pérdida de visión, audición y dolores crónicos. Al presentarse la depresión el sujeto es más proclive a padecer enfermedades aumentando la probabilidad de muerte prematura o rápida.

Para Navas Orosco (2013) nos brinda ciertas características de los ancianos con cuadros depresivos donde estos se encuentran tistes, inhibidos, apáticos, disminución del apetito, abatidos, pesimismo, sensación de vacío, sensaciones de soledad con sentimientos de inutilidad, desesperanza e irritabilidad. Además, se presentan conductas con los otros en especial con los más cercanos, sus familiares y allegados se aíslan, no disfrutan de los momentos que pasan con sus familiares; en muchos de los casos se presentan conductas suicidas. Como bien se puede observar la depresión arrastra una serie de dificultades para los adultos mayores ocasionando que no lleven una vida completa y adecuada.

Por otro esta población también presenta la pérdida o disminución de la memoria lo que se conoce como demencia etimológicamente la palabra "demencia" está compuesta por el prefijo de (ausencia), mente (mente) y por el sufijo (condición o estado). Seguramente es muy adecuado para las fases finales, pero en definitiva no refleja lo que ocurre en las primeras etapas de la mayoría de las enfermedades que causan demencia Nitrini & Brucki (2012). La OMS menciona que no solo se trata de problemas con la memoria, sino que también dificulta la capacidad de pensar, lo cual genera alteraciones conductuales e incapacidad en realizar actividades de la vida cotidiana. Según datos recogidos por la misma organización se estima que en el mundo existen 47, 5 millones de personas que padecen esta lamentable enfermedad. Antes de continuar es muy importante saber a qué se hace referencia con demencia es así que Rodríguez Rivera (2010) menciona que es la pérdida irreversible de las capacidades intelectuales, incluyendo la memoria, la capacidad de expresarse y comunicarse adecuadamente, de organizar la vida cotidiana y de llevar una vida familiar, laboral y social autónoma. Conduce a un estado de dependencia total y finalmente, a la muerte. Teniendo en cuenta dicha definición nos vemos frente a una enfermedad muy preocupante y grave ya que al implicar el aspecto cognitivo de los sujetos los vuelve en una dependencia tal que, si no tienen un cuidado adecuado y responsable, no podrán tener una vida necesaria y de calidad. Los factores detonantes de esta lamentable enfermedad son edad, predisposición genética, antecedentes de traumatismo craneal y el nivel educacional. Según Nitrini & Brucki (2012) mencionan que de acuerdo con el DSM- IV que si se presenta exclusivamente deficiencia con una única función cognitiva como la memoria o el lenguaje no es suficiente para diagnosticar la demencia, sino que se requiere de alteraciones cognitivas, las praxias, gnosias o las funciones ejecutivas.

En la CIE- 10 se puede encontrar una clasificación de la demencia donde se puede diferenciar tres grupos o tipos de demencia: demencia en la enfermedad de Alzheimer, demencia vascular y demencia en enfermedades clasificadas en otra categoría.

 

b)               ENFERMEDADES FÍSICAS

Dentro de este grupo se pueden encontrar las siguientes enfermedades más comunes o frecuentes enfermedades cardiovasculares (arteriosclerosis en todas sus formas aneurismas aórticos y abdominales, enfermedad vascular periférica, hipertensión, enfermedades del sistema de conducción cardíaco), enfermedades musculares- esqueléticas (artrosis osteoporosis, aplastamientos vertebrales, enfermedades por depósito de cristales (gota, pseudogota, fracturas de cadera y traumatismos), respiratorias (Infecciosas (procesos de vías altas, neumonías y bronconeumonías) bronquitis, tuberculosis); digestiva (Infecciosas, estreñimiento, impactación fecal, incontinencia, trombosis mesentérica) y las endocrino- metabólicas (Diabetes Mellitus más tipo 2, más coma hiperglucémico no cetósico).

En el presente estudio, se encontró que 41,4% de los adultos mayores no tenía ningún tipo de enfermedad, lo que se puede relacionar con los avances científicos y tecnológicos, y el estilo de vida de estas personas durante años anteriores. Sin embargo, como en este caso, continúan presenciándose enfermedades crónicas como hipertensión (24,6%), diabetes (8,6%) y osteoporosis (4,8%); este dato es similar en otros estudios, en los cuales la hipertensión arterial, la diabetes mellitus y las enfermedades cardiacas son las más frecuentes en los adultos mayores. En esta etapa las personas se vuelven mucho más frágiles a las enfermedades al igual que a los medicamentos lo cual implica administrar una dosis cuidadosa.

Según el INEI El 29,7% de la población adulta mayor declaró haber sido informada por un médico o profesional de la salud que padece de presión alta o hipertensión arterial. De los cuales el 33,3% son mujeres mayores de 60 y los hombres en 25,4%. A su vez informa que el 19,5% de la población adulta mayor sufre con colesterol alto, el 12,0% triglicérido alto, el 8,0% enfermedad del corazón, el 8,7% padece de diabetes, el 15,4% padece de infección urinaria, cálculo renal o insuficiencia renal y el 14,9% de los adultos mayores fumó alguna vez diariamente al menos un cigarrillo.

III.- APRENDER A MORIR

Lo que al ser humano lo diferencia de los otros organismos vivos es la conciencia, que le permite saber de qué un día morirá. Esto se puede aflorar con más claridad cuando se es anciano, ya que la concepción de la vida y la muerte adquiere nuevo sentido, que están condicionados por factores culturales, religiosos, educacionales, etc. La vida del ser humano lleva implícita la dimensión temporal que nos conduce a la idea de fin.

Sin embargo, la idea de la muerte aparece en la mente de la persona desde cuando se es niño mejor dicho en la etapa operacional según Piaget, que está unida a la desaparición de objetos y seres queridos, desde ahí se va configurando en la mente la idea de la muerte.  Y empieza entender que algo universal e irreversible.

A lo largo del desarrollo de la persona y al paso del tiempo se va encontrando en diferentes ocasiones con el proceso de morir de los que lo rodean y se toma más realce este hecho cuando la persona está en la tercera edad y sus coetáneos empiezan a morir.

Los ancianos que son dependientes según (Santamaría Vallejo., 2016) no temerán la muerte ni el deterioro si están cuidados por personas que no temen envejecer ni morir o viceversa. La muerte es afrontada de diferente manera dependiendo la clase social que nos permite entender que este no solo es un fenómeno natural, sino social.

          La vejez se encuentra asociada a la idea de deterioro y muerte es por eso que genera miedo, llegando a negar el proceso evolutivo natural a partir de un mecanismo de formación reactiva desarrollando una constante búsqueda por la belleza y la eterna juventud. La muerte debe ser integrada al ciclo de la vida como hecho natural que no implica despejarse de miedos e interrogantes.

          Si nos preguntamos como el ser humano enfrenta el significado de la muerte, se podría afirmar que existen ocho fases: en primer lugar, un choque debido a lo consiente de su fragilidad y la obsesión le invade. Seguido se niega el hecho buscando un remedio. La tercera fase es la ira que se expresa al darnos cuenta que no existe nada para solucionarlo, pero al pasar el tiempo sentimos apatía e incluso depresión, ya que se siente desconfianza día tras día. Al final de todo cuando la muerte viene nadie la puede esquivar. La quinta fase es la lucha por prolongar la existencia que terminamos aceptándolo y resignándonos y finalmente la comunicación con los demás se corta y se produce la concentración en uno mismo.

          Por otro lado, el camino del anciano hacia la muerte se desarrolla en cinco etapas, las cuales debe comprender todo cuidador para intervenir y apoyar al anciano en su justa medida. Al principio se produce un estado de negación y aislamiento, centrándose en su propia existencia y esto se da en la mayor parte de los pacientes y es más angustiosa y duradera cuando la noticia es comunicada bruscamente y por una persona no preparada específicamente para ello.

La segunda fase se caracteriza por un sentimiento de enfado e ira. Quien ha disfrutado de su vida se revela contra el hecho de morir. Planteándose preguntas como ¿Por qué yo? se pregunta el anciano. Nada le parece bien, nada le reconforta. Esta fase es muy difícil de afrontar por la familia y el personal. El anciano tiene continuos motivos de queja hacia quienes le rodean, especialmente hacia los más cercanos. La actitud más terapéutica por parte de los seres cercanos sería la tolerancia.

En el tercer momento aparece con cierta tendencia a un pacto o negociación, pedimos tiempo a cambio de una buena conducta, el anciano tiende a pensar que todavía no le toca a él. Esta fase sólo dura breves períodos de tiempo. Es un intento de posponer los hechos. La mayoría de los pactos se hacen con Dios y se guardan en secreto.

Tras estas reflexiones se produce un cierto estado depresivo, ante la imposibilidad de desempeñar tareas que anteriormente eran habituales, ante la sensación de inutilidad y los dolores. Las personas cercanas no deben estimular al anciano a ver el lado alegre de las cosas, pues eso significa que no ha de pensar en su muerte inminente. Es preferible permitirle expresar su dolor.

En la quinta y última etapa surge la aceptación, implica haber superado las fases previas, bien por el apoyo religioso o a través de la satisfacción que produce ver cumplidos los objetivos vitales. A esta etapa se llega débil y cansado. Los ancianos se preparan para morir, piensan que la vida ya sólo es pasada y sólo queda asumir la muerte.

El individuo tiene derecho a tener la información que los demás tienen sobre su propio cuerpo. Además, se ha observado que el paciente afronta mejor la realidad que la mentira. La verdad no se debe ocultar, pero el cariño, el afecto y la atención con que se comunica la verdad pueden suponer un alivio dentro de las circunstancias que el anciano está atravesando.

 

IV.             RELACIONES SOCIALES EN LA TERCERA EDAD

La calidad de vida de las personas adultas mayores está altamente relacionada con su capacidad funcional y con el conjunto de condiciones que le permitan cuidarse a sí mismas y participar en la vida familiar y social. Mantener la salud y especialmente prevenir los quebrantos de salud en la vejez exige el encare de sus aspectos tanto físicos como psicosociales.

Para el adulto mayor el compartir con su familia y con personas de su misma edad determinadas actividades será un gran sostén en esta etapa de su vida; el sentirse útiles para las actividades y poder realizarlas servirá de motivación en este periodo de su vida.

En lo que respecta a las redes de apoyo familiar de la población mayor, estas se expresan diferentemente en hombres y mujeres. Parte de estas variaciones tienen relación con características sociodemográficas como el estado civil de unos y otros.

Wegner (1984; en Scott y Wenger, 1996), ha mencionado que el matrimonio tiene un efecto diferente para hombres y mujeres. Las diferencias de género muestran que los varones solteros o viudos tienen una red social más reducida que las mujeres en cualquiera de esas categorías.

 Lo mismo sucede con las redes de amigos. La amistad tiene significados diferentes para hombres y mujeres en edad avanzada, también hay continuidades y discontinuidades en ambas. Sus objetivos son diferentes y los efectos para cada quien cambian también dependiendo del lugar de residencia.

Scott y Wenger (1996) han señalado que “las amistades de los hombres siguen basándose en las actividades compartidas, mientras que las amistades de las mujeres son más íntimas e intensas y tienden a centrarse en la conversación y el apoyo mutuo”.

Se dice que hay una ventaja psicológica entre la población femenina, pero seguramente esto responde a procesos de socialización diferenciales. Otros estudios que han profundizado en la amistad de las mujeres en edades avanzadas, han señalado que las mujeres mayores tienen dinámicas y cercanas relaciones con sus amigos y mantienen amistades por grandes periodos y son capaces de formar nuevas con la edad.

Las relaciones de amistad, se dice, prolongan la independencia en la vejez a través del apoyo emocional. Ello parece explicarse por la motivación, la pérdida de tensión y el fomento de los estados de ánimo saludables. Según otros autores, el apoyo opcional provisto por los amigos es probablemente el más apreciado que el cuidado recibido obligadamente por la familia.

El pertenecer y formar parte de grupos de apoyo como el club, club de la tercera edad o club de abuelos servirán de motivadores para el adulto mayor. Esos núcleos organizados de adultos mayores constituyen un eslabón informal pero imprescindible de la red social de asistencia que necesita el adulto mayor.

La integración del adulto mayor a grupos sociales lo ayudará en lo siguiente:

  1. Mejora el humor
  2. Crear nuevos vínculos
  3. Generar sentimientos de autoestima
  4. Estimular la iniciativa
  5. Abre la posibilidad de participar en actividades nuevas
  6. Compartir vivencias con gente de su misma edad
  7. Poner en contacto con individuos del sexo opuesto no familiares
  8. Permite participar en un ámbito de sana recreación
  9. Fortalecer la intención de adoptar medidas preventivas de salud.

Los grupos de apoyos que se puedan ir formando y del cual sacará los beneficios mencionados, tienden a tener la siguiente procedencia:

* Otros se originan en un sentimiento religiosos común y se mantienen relacionados por lo menos por la utilización del local de culto en sus actividades grupales.

* Algunos se vinculan fuertemente a la convivencia barrial: grupos habitacionales, cooperativas de vivienda y comparten o asisten a los locales comunitarios.

* Clubes sociales y deportivos acogen en su seno grupos de mayores que emplean sus instalaciones en horarios de escaso requerimiento por grupos etarios más jóvenes.

* Las instituciones locales (alcaldías, municipios) o nacionales (banco de previsión social, comisión nacional de educación física) otorgan facilidades para el funcionamiento de algunos grupos.

* Personal técnico capacitado en la animación de grupos de mayores propicia y mantienen en actividad algunos núcleos.

* Algunos núcleos reconocen un vínculo claro con actividades culturales específicas: literarios, corales, de estudios históricos.

El generar espacios de vinculación, participación, en el que se valore las capacidades del adulto mayor debe ser los primeros pasos a seguir de los grupos de apoyo.

Miguel Krassoievitch (1998), por su parte, ha mencionado que es un hecho demostrado que las personas que reciben un mayor apoyo social en términos de conversaciones telefónicas y visitas con amigos, familiares, vecinos y participación en actividades sociales, gozan de mejor salud. El impacto positivo en la salud es mayor cuando la actividad que realiza la persona mayor es significativa y no se limita a una asistencia pasiva.

 

V.               CUALIDADES Y CARACTERÍSTICAS DE UN CUIDADOR PARA PERSONAS DE LA TERCERA EDAD

La mayoría de las personas en esta etapa necesitan la ayuda de personas que estén preparadas para su cuidado, ya que son dependientes y requieren una atención preparada.

·        El cuidador debe ser humano, es decir actuar humanamente en la atención a los mayores y tener un contacto cercano demostrando familiaridad.

·        Poseer empatía, ya que permitirá al cuidador comprender las propias particularidades de esta edad.

·        Deberá ser servicial, pues es importante que esté dispuesto a servir y suplir las necesidades de las personas de la tercera edad.

·        Ser honesto es sustancial, ya que estas personas depositan la confianza en sus cuidadores, pues los cuidadores pasan a ser sus ojos, oídos y manos.

·        Ser una persona que sienta satisfacción y vocación de ayudar a los demás.

·        Ser comunicativo, pues permite hacer partícipe de las personas de la tercera edad sobre su cuidado, permitiendo establecer un vínculo afectivo.

·        Ser optimista, ya que ayudará a los cuidadores a brindar a las personas de la tercera edad ese espíritu de optimismo y positividad frente a las situaciones.

·        Saber respetar la intimidad y las costumbres de las personas de la tercera edad.

·        Demostrar agilidad y destreza para atender a personas con problemas de movilidad.

·         La persona encargada de su cuidado deberá ser consciente de las tareas que va a realizar.

·        Es recomendable que el encargado antes de iniciar su labor conozca a la persona de la cual se va a ser cargo, ya que facilitará la relación entre ambos, asimismo esto permitirá que conozca sus hábitos alimenticios, condiciones de salud incluyendo su estado emocional.

·        La persona encargada debe estar capacitada sobre las necesidades, y así abordar de forma eficaz los problemas que se puedan presentar.

 

VI.             TERAPIA OCUPACIONAL

           La Terapia Ocupacional (TO) se basa en la promoción, prevención y rehabilitación de la salud por medio de la ocupación, es decir que las personas de la tercera edad realicen diferentes actividades diarias; asimismo es una disciplina de relevancia en la satisfacción de necesidades de salud de nuestros adultos mayores. Estas actividades que realizan se atribuyen un significado y una relevancia, ya que permiten desempeñar roles e integrarlos a la sociedad (Gajardo, J. 2011).

           Esta terapia tiene como objetivo la promoción de la salud y el bienestar a través de la ocupación. La terapia debe estar adecuada a los cambios físicos, psicológicos y sociales que padezca el anciano, ya que de eso va a depender las actividades que va a realizar. Es de suma importancia que en esta etapa marcada de cambios y deterioro sentimientos de soledad e inutilidad, por tal motivo es de suma importancia que el tiempo del anciano se desarrollen una serie de actividades y de esta manera reforzar las competencias funcionales del anciano e integrarlo socialmente y físicamente, es así que se promueve una calidad de vida, ya que con esto se promueve la autonomía y bienestar, lo cuales se ponen en riesgo en esta etapa. Por lo tanto, como menciona Berrueta, M. (2009) La Terapia Ocupacional es una disciplina fundamental de la ancianidad y puede ser desarrollada en sus tres enfoques: enfoque preventivo (mantener el estado de salud y prevenir la declinación funcional), enfoque adaptador (uso de diversas estrategias para ayudar a conllevar una discapacidad) y enfoque recuperador (técnicas rehabilitadoras para poder recuperar la máxima función del anciano).

           Entonces veamos cómo se le define a la Terapia ocupacional como se ha visto trata de hacer sentir que aun pueda realizar muchas actividades por sí mismo. Para la Asociación Americana de Terapia ocupacional (AOTA, 1986), nos menciona que la TO es el uso terapéutico de actividades de autocuidado, trabajo y juego para incrementar la función independiente, mejorar el desarrollo y prevenir la discapacidad. Puede incluir la adaptación de tareas o el ambiente para lograr la máxima independencia y mejorar la calidad de vida.”                                                  

 

BIBLIOGRAFÍA

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Escrito por: Jaime Marreros Tananta licenciado en Psicología por la Universidad Científica del Sur.

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