FUNDAMENTOS EPISTEMOLOGICOS DEL PSICOANALISIS FREUDIANO
Jaime Marreros Tananta
Universidad Científica del Sur
INTRODUCCIÓN
En esta oportunidad que me ha tocado
desarrollar una investigación monográfica sobre el tema: FUNDAMENTOS
EPISTEMOLÓGICOS DEL PSICOANÁLISIS FREUDIANO, quiero explicar en la brevedad
cual es la definición de epistemología, basando de diferentes fuentes para
llegar a un solo concepto. También trataré de explicar la epistemología del psicoanálisis, luego el
psicoanálisis como ciencia histórico ya adentrándome a la teoría del psicoanálisis
y a la vez responder la pregunta ¿es el psicoanálisis una ciencia?
Psicoanálisis freudiano lo daré a conocer en
el quinto capítulo de esta monografía hablare como su teorías del universo, teoría de la
naturaleza humana, estados mentales
inconscientes y la evolución del carácter humano.
CAPÍTULO
I
DEFINICIÓN
DE EPISTEMOLOGÍA
Podemos
encontrar el origen de esta palabra del griego episteme que se puede traducir como “conocimiento o
ciencia” y logos que
vendría a significar “discurso”. Por lo tanto la epistemología es una disciplina que estudia cómo se genera y se valida el
conocimiento de las ciencias. Su
función es analizar los preceptos que se emplean para justificar los datos
científicos, considerando los factores sociales, psicológicos y hasta
históricos que entran en juego.
Otros
autores expresan que la
epistemología es la ciencia que estudia el conocimiento humano y el modo en que el
individuo actúa para desarrollar sus estructuras de pensamiento. El trabajo de la
epistemología es amplio y se relaciona también con las justificaciones que el
ser humano puede encontrar a sus creencias y tipos de conocimiento, estudiando
no sólo sus metodologías si no también sus causas, sus objetivos y sus
elementos intrínsecos
Es una rama de la filosofía que trata
de los problemas
filosóficos que rodean la teoría del conocimiento. La epistemología se ocupa de la definición del saber y de los conceptos relacionados,
de las fuentes, los
criterios, los tipos de conocimiento posible y el grado con el que cada uno
resulta cierto; así como la relación exacta entre el que conoce y el objeto
conocido. Si la epistemología - el estudio del conocimiento- constituye, por su
propia naturaleza, una de las partes esenciales de la filosofía, la creciente
importancia en la ciencia y la consiguiente necesidad de dotarla de sólidos
fundamentos teóricos ha acrecentado aún más el interés por la misma en el
moderno pensamiento filosófico.
CAPÍTULO II
EPISTEMOLOGÍA
DEL PSICOANÁLISIS
Este
sería el aspecto importante a encarar en esta complejísima interacción entre
todos estos niveles que antes mencionaba: entre esos saberes, entre esos planos
de análisis, teniendo en cuenta los efectos "reales", en el plano
específico de la clínica, de la dimensión tránsfero-contratransferencial, de la
interpretación, así como en sus trascendentes "efectos" conceptuales.
Vale
decir, todos estos niveles de articulación tan complejos con los que Freud fue
"descubriendo" el Psicoanálisis o, más precisamente, pudo ir creando,
fundando el Psicoanálisis, que fue el "encuentro" con su propio
inconsciente, su "conquista" de ese nuevo "territorio".
Las
grandes producciones de Freud, así como sus conceptualizaciones originales,
pasaron previamente por verdaderos "descubrimientos" sobre sí mismo,
en relación a ese "saber inconsciente”, en permanente interacción con el
registro de la teorización y el plano de la clínica con sus pacientes. Vale
decir, entonces, en forma de mutua fertilización de niveles totalmente heterogéneos,
"descubrimiento" de su propio inconsciente y "creación" del
concepto de inconsciente.
Desde luego, es casi innecesario explicitarlo, no estamos ante un proceso lineal de causa-efecto sino ante una enmarañada red en la que es preciso jerarquizar la acción conjunta de tres planos, los que se interpenetran e influyen en forma compleja. Dichos planos, siempre en juego en la formación de todo psicoanalista, que se interfecundaron en Freud a modo de una compleja teoría de la causalidad: la "acción recíproca" fueron específicamente: la clínica, en la que trabajaba, la teoría que iba construyendo y los descubrimientos efectuados en sí mismo, como "conquistador" de su propio inconsciente, y como "el paciente que más le enseño", como decía él mismo.
CAPÍTULO III
EL
PSICOANÁLISIS COMO CIENCIA HISTÓRICO
La
teoría y la práctica psicoanalíticas están básicamente interesadas en la
consideración del conflicto intrapsíquico inconsciente, que se constituye por
los avatares de los deseos pulsionales procedentes del inconsciente en la
interacción con el objeto, sobre todo durante los primeros años de la infancia,
lo que sirve como fundamento, si no fueron adecuadamente resueltos, para
ocasionar los diversos desajustes que el sujeto tendrá a lo largo de su vida.
Tales hechos se elaboran de
una u otra manera por el aparato psíquico, dejando en la esfera de lo
inconsciente las temáticas pulsionales rechazadas, más o menos conectadas con
experiencias de naturaleza psicotraumática ocurridas en las primeras relaciones
objetales. Ello conlleva la presencia de una cierta cantidad de energía libre,
que es invertida en la organización de determinados productos caracteriales y
conductuales, ya normales, ya patológicos, propiciando así la adaptación o la
desadaptación. En el momento del encuentro clínico psicoanalítico, este
conjunto de elementos psíquicos sufre una nueva y peculiar reelaboración en la
mente del sujeto, con la participación o no de ingredientes objetivos
procedentes de la interacción clínica, lo que lleva a su expresión en los
llamados fenómenos transferenciales, el campo genuino del trabajo
psicoanalítico.
El
psicoanalista, por ello, no sólo está
interesado por la interacción real o fantaseada que tuvo lugar entre el
sujeto y sus padres en la infancia y por eventos puntuales que pudieran haber
traumatizado psíquicamente al individuo, así como por el esclarecimiento de los
deseos que en tales circunstancias pudieron movilizarse y entraron en conflicto
con los controles normativos superyoicos (que en gran parte proceden del
entorno cultural), sino sobre todo por lo que aparece en la relación dada por
el aquí y ahora del encuentro psicoanalítico.
CAPÍTULO
IV
TEORÍA
DEL PSICOANÁLISIS
El
psicoanálisis es una teoría de la mente humana, una terapia para los problemas
anímicos, un instrumento de investigación y una profesión. Se trata de un
fenómeno intelectual, medico sociólogo complejo. Fue concebido a fines de la
década de 1890 por el médico austriaco Sigmundo Freud, quien sigue siendo la
figura más íntimamente asociada con este fenómeno y las más atacada por sus
escritos. El psicoanálisis es parte de la psicología. Esto se ocupa de los
recuerdos, pensamientos, sentimientos, fantasías, propósitos, deseos, ideas,
creencias y conflictos psicológicos, o sea, de todo lo que hay dentro de eso
que solemos llamar la mente.
¿Es
el psicoanálisis una ciencia?
Nos
gusta pensar que la ciencia transmite un cierto conocimiento y se apoya en
“hechos” comprobados. Se la supone ajena a los valores e independiente de cualquier
prejuicio personal o cultural contaminante sus teorías se vinculan con
mediciones y pueden ser demostradas mediante la repetición de los experimentos.
Sin embargo, Freud no compartía esta visión empirista ingenua de la ciencia.
Concebía la relación entre las teorías científicas, sus datos y los hechos
reales de un modo más dinámico e interactivo.
Si
el psicoanálisis es una ciencia, lo es de un objetivo complejo, y éste no puede
ser adecuadamente definido por una metodología que aísla algunos factores
mientras mantiene constante el resto del sistema. Trata de dar cuenta de lo
irracional de la naturaleza humana mediante explicaciones que encierren, en las
que no se intervenir a fuerzas sobrenaturales o míticas, y las consecuencias a
menudo irracionales de la conducta se
estudian mediante hipótesis sobre los
elementos que la generan y su origen. Tal vez la ciencia se define,
principalmente, por esta actitud de
conferir un sentido al mendo en sus propios términos, sin necesidad de un Dios.
CAPÍTULO V
PSICOANÁLISIS FREUDIANO
1.
TEORÍA DEL
UNIVERSO
Podemos decir que no es esto lo más característico del
pensamiento freudiano y señalar algunos puntos generales. No establece
suposiciones sobre el universo y su origen, ni teológicas como el cristianismo (universo
creado por un Dios omnipotente a partir de la nada), ni metafísicas como platón
con el Mundo de las Ideas o Marx con el materialismo histórico. Para Freud
todos los fenómenos naturales están determinados por las leyes de la Física y
la Química. El hombre, como parte de esa naturaleza, también está sujeto a esas
leyes y es un producto de la evolución natural.
2.
TEORÍA DE LA
NATURALEZA HUMANA
2.1.
Determinismo
Aplica el principio del determinismo –todo acontecimiento
está precedido por causas suficientes dentro del ámbito de lo mental. Consideró
que cosas que tradicionalmente carecían de significado para poder entender a
las personas (lapsos lingüísticos, actos fallidos, sueños) estaban determinados
por causas ocultas en la mente. El determinismo freudiano es una negación del
libre albedrío, para él nuestra conciencia está determinada por causas de las
que no somos conscientes. En Marx nos encontraremos también con una postura
determinista, pero si para Marx el determinismo tiene unas causas sociales y materiales,
para Freud el determinismo es mental e individual.
2.2.
Estados mentales inconscientes.
Para Freud el inconsciente es dinámico, ejerce presiones
e influencias sobre todo lo que hace la gente. La
teoría freudiana sobre el hombre no es dualista. Cuando habla de
mente se refiere a estados mentales psíquicos y cuando lo hace de cuerpo a
estados físicos. Freud rechaza todo dualismo e intentó siempre buscar una base
fisiológica para su teoría psicológica. No lo logró, pero jamás dudo de que las
entidades mentales que postuló tuviesen una base fisiológica.
Freud
realizó una estructuración más amplia de la mente en su segunda etapa. Es la
llamada segunda tópica.
Ello:
nace con nosotros. Reserva de energía libidinal y agresiva guiada por el
principio del placer que busca satisfacción inmediata de los instintos, aunque
estos sean contradictorios y estén en desacuerdo con la realidad. Es totalmente
inconsciente. Freud dice que es “un caldero de excitación latente”·
Yo:
aparece poco después del nacimiento, cuando el bebe se da cuenta de que no
siempre puede satisfacer sus necesidades o estas pueden ser satisfechas de
forma diferente. El Yo desempeña la función de relación del organismo con el
medio y la realidad social. Intenta canalizar los impulsos del Ello
armonizándolos con la realidad. Controla las funciones de memoria y
pensamiento. Se guía por el principio de realidad y es capaz de postergar las
necesidades del ello de acuerdo con las posibilidades de la realidad.
Super-Yo:
comienza a formarse a partir de los 4-5 años. Es la interiorización de las
normas sociales y culturales, algo así como la “conciencia moral” por su
función de controlar o condenar actos, pensamientos o impulsos. Se guía por el
principio de perfección. Normalmente su desaprobación va acompañada de
sentimiento de culpabilidad. No diferencia entre acto y deseo, creando
situaciones muy crueles.
Los
tres tiranos: Freud nos dice que el Yo debe guardar el
equilibrio entre el Super-Yo con sus exigencias normativas, el Ello y su
satisfacción inmediata de los deseos y la Realidad a la que se debe adaptar.
Algunas veces ese equilibrio se rompe y surge la enfermedad.
Podemos decir que esta estructuración de la mente (Yo,
Ello, Super-Yo) guarda un paralelismo con la teoría platónica sobre el alma.
Platón distinguía tres elementos en el alma (razón, ánimo y apetito), ambos nos
presentan una teoría tripartita de la mente o del alma.
ü El
Ello y el apetito platónico parecen corresponderse claramente.
ü El
Yo como contraste de la realidad es semejante a la razón.
ü El
Super-Yo cumple con la función moral que Platón le asigna, también, a la razón.
ü El
único elemento que no parece tener correspondencia es el ánimo.
2.3.
Teoría de los instintos o “impulsos”.
) Más
que teoría, podemos decir teorías ya que es la parte más variable de la
producción freudiana. Los instintos son las fuerzas motivantes del aparato
mental, toda la “energía” de nuestra mente proviene de ellos (Freud utiliza un
lenguaje mecánico-eléctrico fruto de su formación científica).
) Hay
un número indeterminado de instintos que pueden ser derivados de unos cuantos
instintos básicos que se combinan y se reemplazan. Uno de estos instintos
básicos es el sexual y es una mala interpretación de Freud aquella que reduce
toda conducta humana a una motivación sexual. Es cierto que Freud dio al sexo
una importancia más amplia en la vida humana de la que se le había dado
tradicionalmente, y que defendió que los instintos sexuales aparecen ya en los
niños, pero ese reduccionismo es totalmente falso.
) En su obra inicial habla del instinto de
autoconservación (hambre, sexo...) y de la importancia de la energía que este
produce, la líbido.
) En su obra posterior hizo la clasificación
siguiente con la finalidad de explicar conductas de agresión y autodestrucción
que no podían ser explicadas desde el instinto de autoconservación: Con el
Instinto de Tánatos Freud intenta explicar las tendencias agresivas que no
tienen cabida en el principio del placer. Freud reconoce que su lanteamiento es
especulativo.
Para
justificarlo parte de una observación de hechos a los que denomina “obsesión
por la repetición”. Esta obsesión podemos verla en los niños (juegos e
historias fantásticas y no placenteras que repiten sin cesar), en los sueños
(que en este caso no son satisfacción de deseos) y en la vida adulta (rituales
obsesivos repetitivos).
La obsesión por la
repetición es típica de la vida instintiva que es esencialmente conservadora.
Hasta
aquí no encontramos dificultad, pero si la tendremos a la hora de aceptar la interpretación
que hace Freud de esta tendencia a la repetición, para él equivale a una
tendencia a restaurar otros estadios, una vuelta al estado primitivo: de lo
orgánico a lo inorgánico, de esto a lo inanimado y finalmente a la muerte. Wilhelm
Reich, discípulo de Feud, discrepó totalmente de él y pensaba que la teoría del
instinto de muerte reflejaba el momento vital de Freud y su propia actitud ante
la muerte. Reich explica el sufrimiento desde la sociedad y no desde instancias
internas del individuo.
2.4.
Evolución del carácter humano.
Freud
partió de los descubrimientos de Breuer: las experiencias “traumáticas” aunque
olvidadas en apariencia, siguen influyendo perniciosamente sobre la salud
mental. El psicoanálisis generaliza lo anterior y afirma la importancia de la
infancia en la configuración del carácter adulto. Los cuatro o cinco primeros
años son la base de la personalidad individual.
Freud señaló fases de
desarrollo sexual en la infancia. La sexualidad no es sólo genital, sino que en
cada una de estas fases se relaciona con una parte del cuerpo de la que se
obtenga placer.
Fase oral. (0 – 1 años).
Zona erógena: boca.
La
primera zona de placer es la boca, la succión, el chupeteo, los besos, el
contacto con la piel de la madre al mamar, las caricias, toques, etc, son
acciones placenteras e importantes para el desarrollo del bebe. Se apropia de
los objetos mordiéndolos, la boca es su único puente de comunicación.
Estas primeras relaciones
afectivas del niño con sus cuidadores producirán una impronta particular a la hora
de establecer vínculos posteriormente. La conducta sexual se configurará, según
muchos autores, a partir de estas primeras experiencias. La evolución
psicológica dependerá en buena medida de las sensaciones placenteras y de
seguridad que el niño/a vivencie en estos primeros momentos.
Fase anal. (1 – 3 años).
Zona erógena: esfínteres.
Se
concreta en la retención y expulsión de las heces y en el correspondiente valor
simbólico de tales operaciones: conservar, destruir. Las heces expulsadas son
consideradas por el niño como algo valioso, y la defecación produce placer.
En este estadio comienza la
formación del Super-Yo con los preceptos culturales del ambiente referidos al
orden y control de los esfínteres, y a la obtención de la limpieza. La fijación
más o menos intensa del mismo da píe a la formación del llamado carácter anal o
retentivo del adulto, cuyos rasgos sobresalientes son la propensión a la
avaricia, el orden escrupuloso, la puntualidad irreprochable, la estrechez de
miras y la meticulosidad.
Fase fálica o edípica. (
desde los 4 años a la etapa de latencia). Zona erógena: genitales.
En
ella se establece la diferenciación psicosexual masculina y femenina, y la
identificación sexual con el padre o la madre (momento edípico). Se percibe en
esta fase una intensa curiosidad por descubrir las diferencias entre ambos
sexos, llevándose a cabo exploraciones sexuales, bien a través de juegos masturbatorios
o de imitación de los roles adultos (jugar a papá y mamá, a los médicos, etc.),
como forma de reconocimiento mutuo. Estos pasos son siempre necesarios, por
tanto no pueden considerarse perniciosos o preocupantes. Una actitud de alarma
o rechazo por parte de los adultos hacia estos juegos puede acarrear conflictos
y sentimientos de culpa y vergüenza en el niño hacia el sexo.
Durante
el complejo de Edipo se articula el triángulo familiar: padre, madre, hijo/a.
El niño manifiesta una gran afición erótica hacia su madre: quiere estar
siempre con ella, íntimamente, y tratar de atraer y monopolizar su amor con
expresiones de cariño manifiestas e insistentes. Simultáneamente siente celos
de su padre, rival naturalmente dominante. De este modo se repite
simbólicamente y con menos dramatismo la leyenda de Edipo, Layo, su padre, y
Yocasta, su madre. La situación edípica ha de tener un desenlace y este se
realiza en torno a la virilidad:
En
el niño la superación del Edipo viene dada por el complejo de castración que
surge tras el anterior y que le servirá de revulsivo. Tras él la identificación
con el padre se produce y con ella la asimilación de roles masculinos. También
puede ocurrir un estancamiento de la líbido en esta fase, permaneciendo una
inadecuada vinculación erótica hacia la madre, que se instalará en el inconsciente,
y que podrá aparecer en la edad adulta como un factor de homosexualidad. Con la
superación del complejo de Edipo el niño asegura una correcta formación del
Super-Yo.
En
la niña el proceso es distinto, en ella surge el complejo de castración (al
darse cuenta de que no tiene pene) previamente al complejo de Edipo, por lo que
aquel no puede servir de revulsivo para superar este y tener así una formación
adecuada del Super-Yo.
Fase de latencia. (desde el
final del Edipo a la adolescencia).
En esta
fase se produce una inhibición de la líbido, la sexualidad se hace menos
aparente. El niño/a muestra durante ella sentimientos más serenos y sociales,
ternura, respeto y sumisión a los superiores en la familia y en la escuela,
compañerismo, idealizaciones, etc.
Fase genital o adulta. (desde
la adolescencia). Zona erógena: todo el cuerpo.
Es
la última fase del desarrollo psicosexual. En ella se resuelve definitivamente
la organización y madurez sexual, y se reafirma la identidad sexual de hombre y
mujer. En esta etapa se producen profundos cambios psicológicos, biológicos,
fisiológicos y sociales. Aparecen la poluciones voluntarias o involuntarias,
erecciones y eyaculaciones, posibilidad de reproducción, sensibilización y
descubrimiento de la vagina como zona de placer, atracción y deseos amorosos
hacia otros, etc. Se producen en el joven estados de confusión y ansiedad que
le llevan a comportamientos específicos de estas edades. La inestabilidad de
carácter, fluctuaciones de los estados de ánimo, desvalorización de sí mismo,
sensación de soledad, rebeldía frente a la autoridad, etc., son características
propias del púber y el adolescente en la búsqueda de su identidad personal y en
la instalación de una sexualidad y genitalidad adulta.
Citas bibliográficas
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Leslie Stevenson. Siete teorías de la
naturaleza humana. Colección Teorema. Cátedra.
2.
Freud y el psicoanálisis.
Biblioteca Salvat de Grandes Temas.
3.
Georg Markus. Freud, el misterio del alma.
Planeta DeAgostini.
4.
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cortas. Colección El mochuelo pensativo. Akal.
5.
Pilar Ricarte González. Psicología, 1º
- 2º Bachillerato. Editorial Donostiarra
6.
Harold I. Kaplan y Benjamín J. Sadock. Sinopsis
de psiquiatria. Editorial Medica Panamericana - 1998
CONCLUSIONES
Puedo
concluir que los fundamentos epistemológicos del psicoanálisis freudiano según Sigmund
Freud sostiene que su producción, el psicoanálisis se ubica dentro de las
ciencias de la naturaleza y rechaza cualquier injerencia de las llamadas
ciencias del espíritu de dudoso origen. El objeto de estudio del Psicoanalisis es el inconsciente, y
que este es "la cosa en sí", utilizando términos kantianos, o sea lo
incognoscible.
Freud logró formular una teoría psicológica
que abarcaba la personalidad que incidía en todos los campos del saber: la
sociología, la historia, la educación, la antropología y las artes. El origen
de los trastornos mentales está en la vida sexual y que la sexualidad que comienza
mucho antes de lo que en aquellos momentos se pensaba, en la primera infancia
así lo afirma Freud.
Él se rige por el principio de realidad y actúa
como intermediario entre el ello y la otra instancia del aparato psíquico; y el
superyó, que representa las normas morales e ideales. Un concepto básico en la teoría
freudiana es el de "impulso" o pulsión. Es la pieza básica de la
motivación. Además, aportó una visión evolutiva respecto a la formación de la
personalidad, al establecer una serie de etapas en el desarrollo sexual. En
cada una de las etapas, el fin es, la consecución de placer sexual, el
desarrollo de la libido.
A lo
largo del desarrollo, la actividad erótica del niño se centra en diferentes
zonas erógenas. La primera etapa de desarrollo es la etapa oral, en la que la
boca es la zona erógena por excelencia, comprende el primer año de la vida. A
continuación se da la etapa anal, que va hasta los tres años. Le sigue la etapa
fálica, alrededor de los cuatro años, en la que el niño pasa por el
"complejo de Edipo". Después de este período la sexualidad infantil
llega a una etapa de latencia, de la que despierta al llegar a la pubertad con
la fase genital.
Recomendaciones
Que es importante versarse acerca de esta teoría del
psicoanálisis, conocer sus postulados que rigen su teoría, luego analizarlos y
utilizar sus recursos académicos que por mucho tiempo han y siguen influyendo
en las personas que se orientan por conocer dicha especialidad.
Nos brinda las pautas necesarias para conocer el desarrollo
psicosexual del niño e instruye no solo a los profesionales sino también a los
padres de familia, que de alguna manera nos recomienda qué es necesario para
ayudarlos a desarrollar y madurar en cada estadio y sobre todo a comprenderlos.
Solamente utilizar esta teoría del psicoanálisis como una
herramienta académica más y no centrarnos en ella, pues conocemos muchas
teorías que también interpretan la personalidad desde su propio punto de vista
y cada uno de ellos con sus propios postulados.
BIBLIOGRAFÍA
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Fenichel , otto. Teoría psicoanalìtica de las
Neurosis. Planeta. Barcelona.
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Freud, Anna. Introducción al psicoanálisis
para educadores. Argos. Madrid
Escrito por: JAIME, Marreros tananta. Estudiante de Psicología en la Universidad, Inca Garcilazo de la Vega. Cursa también estudios de Filosofía en el Instituto de Estudios Teológicos Juan XXIII.
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